Tiemblan hoy mis labios,
eterno padecer, suspiro...
al sentir ya en tus manos
la caricia sutil del adiós.
Sin lágrimas, ¿qué hago?
Dolores que en mí anidan,
cruel es la soga de esparto.
Llevándose sin despedidas
brisa playa y pañuelo verde.
Que duro serte sin medida
y pasar los días esperando.
Adioses a pie de la escalera
y correr para hablar a ratos.
Y quizás ahora no me creas;
pero te estoy entero amando.
Con mi mirada vacía y pétrea,
esta que me regalaron los años.
Rafa Marín
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