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martes, 8 de noviembre de 2016

Renacen sumisos los sueños

Renacen sumisos los sueños,
de entre las tumbas abiertas,
que pueblan vacíos cementerios.
Losas de mármol, letras en piedra,
flores marchitas y lejanos llantos.
¿Qué fuimos en vida,
para merecer
la mordedura cruel del desengaño?
Siempre quise ponerme a correr,
lo impidieron mis putos redaños.
Más vale de una vez acabar, perecer,
que agachar la cabeza tantos años.
A mi voz precio le pusieron una vez,
allí donde habla el sueño americano,
poca libertad y los eternos miedos.
Gentes inocentes casi como ganado
jaleados por la sombra del miedo.
Mil mentiras en sus locuaces labios,
todos patrones y ninguno humano.
Premios Nóbel por doquier dan,
sin justificar la paz ni las razones.

Rafa Marín


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