La tarde amenaza lluvia.
El callejón exhibe pequeños charcos
que refejan los destellos irisados
de las luces de emergencia.
La acera muestra los espacios vacios
entre los desahuciados, envueltos
en mantas y cartones.
Hileras apretadas de ingente miseria,
y un hueco limpio..., vacio.
Ella vivía allí, hasta ayer.
Su cuerpo descansa al fin
sobre la losa fría de una morgue.
Esperando que futuros aprendices
comprendan los misterios
de un cuerpo, que solo ahora
es considerado humano.
Rafa Marin
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