Se pierden tus ojos negros,
mirando de reojo la noche infinita .
Viendo pasar luces raudas y lejanas.
Se incha tu pecho al ritmo de tu vida,
e imagino el latir de un corazón solitario.
De pronto cobran brillo tus dos pozos
el sonar del teléfono pinta una sonrisa
cómplice con el interlocutor que se me antoja viejo.
Rafa Marin
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