Sin mirar, cada poco mirarte,
como se mira siempre al mar,
en frescas y otoñales tardes.
Ver en ti la luz del sol e imaginarte,
porque no habrá nunca nada más,
y porque no puedo ilusionarme.
Que razón tiene el más allá,
cuando me viste para penarte,
ilusiones que tal vez morirán,
cada vez que la luna me llame.
Rafa Marín
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