A veces soy solamente yo,
esa bestia hambrienta,
que no sabe pasar sin ti.
Anoche te soñaba y lloraba,
como lloran los hombres
atrapados en la alambrada.
A veces te miro en este mar,
que bien estás y que bien me sientas.
Yo, que aunque no lo parezca,
por nadie soy capaz de rogar,
me perdería entre las letras,
con tal de poderte abrazar.
Pero luego despierto al animal,
Al mal hablado demonio del verso,
al que te imagina desnuda,
haciéndote cada mañana gozar.
Al que no te quiere señora.
Nunca te vi una mujer perfecta,
ni tampoco única y sin igual.
Rafa Marín