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jueves, 13 de julio de 2017

Niños de la guerra

Nunca fue un ángel del cielo, 
aunque siempre moró allí. 
Atrapado en mil infiernos,
cosas de la vida y su vivir. 
Destronado a los dos años,
de sus hermanos fue paladín;
un castillo y su feroz ogro,
al que debió su frugal existir. 
Nació pequeño, duro y enjuto,
insaciables ganas de estar aquí, 
mas por tanta rabia contenida, 
se olvidó siendo joven de sonreir.
Se hizo a base de fronteras,
caminos solitarios y el devenir,
si su vida se midió en esperas, 
simpre supo a quien acudir.
Respondió a la cruel guerra,
único significado del existir,
con esa mirada tan inquieta,
manos torpes sin un fusil.
Rafa Marín

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