Déjame en esta soledad
que me abraza, madrugada.
Déjame con estos miedos,
que son duros y antiguos.
Nada necesito para comenzar
de nuevo a caminar,
quizás sólo el sol en mi espalda
y el solitario camino.
Déjame que del árbol
pueda su sombra aprovechar,
que refresque los doloridos pies
con el agua del río.
Déjame levantarme una vez más
y volver a luchar.
La guerra me atrapó
y no quiero defraudar al destino.
Déjame, quiero romper mi mirada,
no dejar de llorar,
gritar todo lo que fui,
olvidar que una vez fui niño.
Rafa Marín
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