La tecnología trajo un encuentro fruto del azar. Tras un período relativamente corto de chateo incesante, solo un hueco tras su nombre. Nada hoy no se inspira la comunicación. Permanezco día tras día pegado al ordenador en un vano intento de conversación. La social red me deshumaniza, ya no salgo, no siento en mi cara la brisa fresca del atardecer, mis ojos enrojecidos y de pupilas dilatadas miran el fondo de la incomprensible magia del monitor. Hoy desahuciado miro al fin la luz del sol, y entonces llega un mensaje; anónimo. –El usuario XXX ha sido cancelado-. Qué pasó, nunca lo sabré, solo era un nombre.
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