¿Quién sino yo podría descubrir mi pesar?
Noches que se hacen viejas bajo las estrellas,
en este eterno y cansino vagabundear,
buscando sobre el duro camino la bella piedra.
Hay en todo ser la necesidad de perpetuar,
a veces la insaciable codicia de riquezas y,
otras la obligación de la darwiniana genética.
No sé, cumplido ya mi áspero caminar,
no espero ni musa, ni sirena ni a quién abrazar.
Rafa Marín
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