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miércoles, 18 de julio de 2018

Conexión Urales (relato corto)

Paso de Dyatlov
1° de febrero de 1959
Hemos hallado lo que parece un joven Yeti.
Hemos necesitado tres dardos tranquilizantes para poder abatirlo. La mala suerte ha querido que una expedición de 9 jóvenes fuese testigo.
Los hemos convencido de que es un oso; pero no parecen muy dispuestos a creer, se hace tarde y decidimos montar el campamento a cierta distancia de ellos.
3 de la madrugada: se oye un brutal grito, parece que la madre del joven Yeti anda cerca, de forma precipitada levantamos el campamento y huimos del lugar.
Mientras nos alejamos, una sombra ataca el campamento de los jóvenes, en el fondo casi nos alegramos, sin testigos no habrá preguntas ni respuestas. Comienza a nevar y no quedaran huellas de nuestra expedición; el Politburó estará contento, por fin tenemos uno.
Llevamos al desvalido ser lejos, lejos de su madre, de su entorno ... de nuestra conciencia. Se nos prohibió volver a hablar de él, y de mala gana juramos reconocer su propia existencia. Pasaron los años, ascendí en el escalafón y en la política; regresé.
Ahora, con el grado de Coronel, se me abrieron ciertas puertas. El complejo, sumido siempre en la oscuridad del secreto apenas había cambiado. Naves aisladas en el exterior y todo un laberinto bajo tierra. Pedí ver al ser, el científico jefe me miró con sorpresa, al pricipio pensé que ya no existía, pero su mirada sonriente me tranquilizó, al menos por un instante. Estábamos en el año 2005, y ante mí se destapó el plan único y último, el ser sería nuestra arma perfecta. No tenía el espeso pelo que le cubría de pies a cabeza.
Tenía aspecto de rubicundo fofo y mal humorado, era algo más alto y andaba justo de inteligencia. Todos los veterinarios del equipo reconocían los escasos progresos con el ser y por eso lo llamaban triunfo. Se decidió soltarlo sobre USA, a modo de broma pesada. Su nombre en clave: Дональд Трамп.
Fin
Rafa Marín

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